BRASIL
¿ES
EXPLICABLE TANTA HISTERIA?
Por
Rigoberto García - ProChile
Agregado
para Asuntos Económicos de Chile en Brasil
El
mes de junio ha sido complicado para Brasil. El
índice de riesgo ha superado los 1.700 puntos. El
dólar ha alcanzado un máximo histórico
superando los R$ 2,80 y la Fitch bajó la
clasificación riesgo-país.
Las decenas de encuestas
electorales que salen cada mes desde comienzos de
año han contribuido aún más al clima raro que
se está generando. La ola de especulaciones y de
histeria asusta, ya que la velocidad con que el
mercado está logrando que se deterioren los
indicadores financieros es sorprendente. Hay
razón para tanto nerviosismo?
Si miramos el Brasil que se ha
ido generando desde los años 90 y las estructuras
que se han construido con la aplicación de varias
reformas socio- económicas, la política de
privatizaciones, la apertura hacia el capital
extranjero y la apertura comercial vemos que el
país ha cambiado fuertemente desde inicios de la
década de los 90.
¿Cómo era el Brasil a
comienzo de los años 90? Para sorpresa de muchos
las cuentas fiscales eran pésimas y todos los
niveles de gobierno (Federal, regional y
municipal) estaban con enormes déficits. La
inflación era alta y descontrolada, teniendo un
record de 1.650 % en 1990 y de 2.830 % en 1993. La
tasa de cambio se multiplicó por varios miles.
La economía era cerrada a la
competencia y llena de barreras comerciales y
medidas proteccionistas que conducían a la
ineficiencia, al atraso tecnológico, a una
industria poco competitiva, a un tipo de empleo
menos calificado y a un rendimiento menor de los
trabajadores.
La productividad agrícola era
baja y los cultivos poco diversificados y las
inversiones en ciencia y tecnología eran escasas.
El comercio exterior crecía
muy poco. Hacia 1981 el país exportaba 23.000
millones de dólares y diez años después había
avanzado apenas 35 %, mientras que las
importaciones definitivamente se habían estancado
por los 22.000 millones.
Raras eran las familias que
contaban con TV, agua potable y teléfono y la
cobertura de salud y educación era altamente
deficiente.
Durante los últimos años,
definitivamente el país ha avanzado en lo que se
refiere a accesibilidad a diferentes tipos de
bienes y servicios gracias al aumento de la
oferta, la productividad, de la renta y a la
apertura.
Hoy 46 % de los brasileños
tienen auto, 54 % poseen teléfono, 90 % tienen
televisión y 84 % poseen refrigerador.
Esto lo han notado las grandes
multinacionales y más aún del potencial de
consumo que representan 172 millones de
consumidores. De ahí que 400 de las 500 mayores
empresas del mundo se han instalado en estos
últimos años principalmente en São Paulo.
En los últimos 5 años,
Brasil, se ha ubicado entre los 5 primeros lugares
del mundo en atracción de inversiones. Solamente
desde el año 1998 a la fecha las multinacionales
han invertido más de 100.000 millones de
dólares.
Hasta comienzos de los años
90, el Estado fabricaba interruptores, aviones,
distribuía alimentos y tenía hasta empresas
pesqueras. Eran empresas ineficientes que
generaban déficits enormes y no pagaban
impuestos. Ahora, el cuadro es muy diferente ya
que la participación del Estado cayó a la mitad
y cientos de industrias, generadoras de
electricidad, telecomunicaciones, ferrocarriles,
empresas de minería y bancos pasaron al sector
privado. También se han concesionado caminos y
puertos.
La instalación de una línea
telefónica que en 1996 demoraba 4 años y costaba
6.000 dólares hoy no cuesta ni 50 dólares y
demora menos de 30 días.
La agricultura está cambiando
rápidamente con la unión de esfuerzos de
investigación y de inversiones en el campo. Para
generar nuevas especies de soya, por ejemplo, se
invirtieron mas de 200 millones de dólares en
genética y biología llegando a especies de alto
rendimiento y resistentes a plagas. Hoy en día,
Brasil es unos de los mayores productores
mundiales y exporta más de 5.000 millones de
dólares de soya en grano, harina y aceites.
Si hace 4 años Brasil
importaba casi 500 millones de dólares en
algodón, hoy pasó a exportador neto y los
blancos campos de Mato Grosso son invadidos por
máquinas cosechadoras monitoreadas vía
satélite.
Para este año se habrán
superado los 100 millones de toneladas de granos.
Y la productividad por hectárea cultivada pasó
de 1.200 kilos por hectárea a 2.600 kilos entre
1980 y el 2002.
A su vez los brasileños han
comenzado a conquistar el mercado externo y
compiten de igual a igual con los países
altamente industrializados en la explotación de
petróleo en aguas profundas, fabricación de
aviones, construcción de hidroeléctricas y
lanzamiento de satélites.
El 44 % de los aviones
comerciales de 30 a 60 asientos que se usan en
Estados Unidos y el 10 % de los motores
eléctricos que se usan en Inglaterra son
fabricados en Brasil.
Los grandes grupos económicos
brasileños aprendieron que en el mundo de hoy hay
que ser competitivos y agresivos y de ahí que 350
de ellos hayan instalado filiales en Estados
Unidos, México, Rusia, China, Chile, Argentina,
etc.. Globalizarse rápidamente y sin miedo es la
orden del día a día.
El grado de apertura de la
economía ha avanzado, siendo el arancel promedio
cercano al 12 % y las reglas cada vez son mas
claras y transparentes. El comercio exterior llega
a los 114.000 millones de dólares.
Como podemos ver, el Brasil del
año 2002 presenta una cara muy diferente, aunque
no se puede olvidar que quedan varios desafíos
pendientes y que de seguro será tarea del
próximo Gobierno: sistema tributario ineficiente,
alto desempleo (8 %), tasas de interés
altísimas, servicios públicos de baja calidad y
varios millones de personas pobres.
Estructuralmente estamos
hablando de un país mucho más sólido, con
grandes avances y de fuerte atractivo para
inversionistas y hombres de negocios.
Es explicable tanta histeria?
Creemos firmemente que no. Brasil es un país
complejo y el intentar comprenderlo
superficialmente puede llevar a muchos errores de
análisis y a toma de decisiones equivocadas que
pueden costar la salida del mercado y no
aprovechar las fantásticas oportunidades que
ofrece este mercado.
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